embargado por la justicia
o por el embeleso de una niña
arrobados los sentidos
por los cantos
¿de otra sirena arpia?
esther se llamaba la chica
y vivía allí arriba
muerta hace mil vidas
resucitada mil veces
¿mil veces consentida?
desde aquel primer día
aquella noche incipiente
en la que el niño, indigente
hizo de la plegaria, menester
¿su herramienta y su sostén?
y suplica, hoy también
y ella, de nuevo, rutila su desdén
una estrella, tan remota y distante
tan orgullosa y soberbia
implorarle, ¿para qué?
es etérea, ya lo sé
pero pudiera
pudiera ser
¡oh, capricho cruel!
¿podría ponerle piel?
martes, 28 de septiembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estoy segura de que podrás ponerle piel y segura de su aroma será incontestable.
ResponderEliminarImplorar... Para qué?
Besos, Karul.
Estrella de noche, vestida de luz artificial. Podrás transformarla, de día, y vestirla de piel, con tu mirada; puedes hacerlo, tienes magia en tus dedos para dibujarla.
ResponderEliminar