entre las vértebras, aquellas letras
el hijo del impulso de su pluma coqueta
empapada en tinta barata
de mercadillo mugriento cutre
cuando no existían las teclas
ni lapiceros, ni sacapuntas
y ni objetos voladores no identificables
fueran aquellos bolígrafos bordes
cuando él, desescribiera a dos velas
tantas velas trashumantes
y por ocasión enésima borrara
de la penumbra, el relámpago robado
lo mil veces reescrito
quejas reflejas y penas
la distancia y las caricias
los rechazos y sonrisas
cuando, como tú, denunciara
al cristal de su ventana mojada
por ser guillotina infiltrada
en el parto de su soledad encurtida
más que compartida, escupida
sobre el papiro emborronado y sucio
le acompaña, en la mejor de las tramas
un mendrugo de pan duro
la lectura
de una lectora promiscua
en ciernes, de sufrimientos, colega
que en el futuro, lo leyera
y regresa de nuevo el milagro
y recorre el espinazo el misterio
y la mordaza descubre el secreto
y la algarabía lo celebra en silencio
y el instante hace su parte
en una suma de ellos, constante
intermitentes y urgentes
importante, el reclamo inminente
por éste, aquel indigente
por el suyo, el tuyo diligente
en conjunto, el nuestro, impertinente
instantes, un instante
aquél, aquellos; y éste
jueves, 9 de septiembre de 2010
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Momentos recorridos con una pluma,a veces diligente, a veces impertinente, siempre sagaz e irreverente.
ResponderEliminarUn beso para el aquél, aquellos y éste.
Milagro, misterio, secreto, silencio. Tú y tus versos.
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